monografiasparavos.blogspot.com: La felicidad según Sócrates Platón Aristóteles Epicuro Eudemonismo
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LA FELICIDAD SEGÚN LAS CORRIENTES FILOSÓFICAS


LA FELICIDAD A PARTIR DEL PENSAMIENTO DE SÓCRATES, PLATÓN, ARISTÓTELES, EPICURO, EUDEMONISMO.


1-      ARISTÓTELES: Aristóteles sostiene que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, el fin último, pero que es difícil definirla y describirla. Aristóteles rechaza que la riqueza pueda ser la felicidad, pues es un medio para conseguir placeres o bien para conseguir honores, pero reconoce que existen personas que convierten a las riquezas en su centro de atención. Sin embargo, aunque estos bienes particulares no basten, ayudan, y en esto Aristóteles mantiene una postura moral bastante desmitificada y realista, el bien no puede ser algo ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos bienes la felicidad será casi imposible de alcanzar. Para Aristóteles la felicidad humana se basa en la autorrealización dentro de un colectivo humano, adquirida mediante el ejercicio de la virtud.

2-      PLATÓN: Para Platón la felicidad está en el movimiento tranquilo, lo cual significa en el pensamiento griego la evolución o cambio sereno de las cosas, incluidas las que afectan a la vida. Este autor define diferentes tipos de bien en función de los tres tipos de alma que identifica. Así habrá un bien que será el que afecte al alma concupiscible, que es la que alberga los deseos. Otro que satisfaga al alma irascible que contiene la valentía y la nobleza. Y un tercero que sea el que cubra las necesidades del alma racional, que es la única inmortal de las tres y cuya virtud es la sabiduría, que es lo que tiende a acercarse al mundo de las ideas que, para Platón, es el único real. Estas tres aspiraciones se han de armonizar para conseguir la felicidad.

3-      SÓCRATES: Para Sócrates, el hombre no puede alcanzar la felicidad perfecta en la vida presente, aunque sí puede conseguir una felicidad imperfecta y relativa. a felicidad no puede ser perfecta sino a condición de ser completa, llenando todos los deseos y aspiraciones posibles del hombre: es así que esto no puede verificarse en la vida presente, porque cualquiera que sea la suma del bien que se posee, lleva consigo, cuando menos, el temor de su pérdida en la muerte y con la muerte: luego repugna absolutamente que la felicidad del hombre sea perfecta en la vida presente.

4-      EPICURO DE SAMOS: Para Epicuro la finalidad de la existencia es conseguir una vida feliz, esto se logra mediante el placer y la misión de la filosofía es tratar de evitar todos los obstáculos que puedan impedir esta meta y mostrar el camino para alcanzarla. Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer. Este punto de su doctrina ha sido a menudo objeto de malentendidos, pese a que Epicuro hace una cuidadosa categorización de los placeres, indicando cuáles son recomendables y cuáles no. Epicuro dice que “todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la naturaleza”. Los placeres vanos no son buenos, porque a la larga acarrearán dolor y no sólo son más difíciles de conseguir, sino además más fáciles de perder. También habla de la importancia de poseer una virtud para elegir y ordenar los placeres: la prudencia.

5-      EUDEMONISMO: Los eudemonistas afirmaban que para llegar a la felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir, con una parte animal (bienes físicos y materiales), una parte racional (mente) y una parte social, que se concretaría en practicar la virtud, que según Aristóteles se situaba en el punto medio entre dos pasiones opuestas.

            Los seguidores de esta teoría ética afirmaban que no se puede ser siempre plenamente feliz. Los eudemonistas pensaban que el placer era un complemento de la felicidad. La propuesta principal del eudemonismo es "el bien es aquello que nos hace felices y la felicidad es el aumento de nuestras fuerzas para obrar".


LA FELICIDAD SEGÚN EUDEMONISMO.

            El eudemonismo era una corriente filosófica que empezó en la antigua Grecia, y cuyo representante más destacado fue Aristóteles.

            En resumidas palabras, según ellos, el objetivo supremo es la felicidad y para llegar a ella todo estaba permitido y justificado.

            Se ha considerado eudemonismo, al hedonismo, la doctrina estoica, así como también al utilitarismo. Todas estas doctrinas basan sus normas morales en la realización plena de la felicidad, entendida como estado de plenitud y armonía del alma, diferente del placer y pudiéndose presentar ésta de forma personal, como en Demócrito, Sócrates, Aristóteles, Arístipo y la escuela cirenaica, el estoicismo o el neoplatonismo, o bien de forma colectiva, como se estableció a partir de David Hume.

            Entre los eudemonistas cabe destacar a Aristóteles que fue uno de los primeros y el más importante, y además, a los eudemonistas que afirmaban que para llegar a la felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir, con una parte animal (bienes físicos y materiales), una parte racional (mente) y una parte social, que se concretaría en practicar la virtud, que según Aristóteles se situaba en el punto medio entre dos pasiones opuestas.

            Los seguidores de esta teoría ética afirmaban que no se puede ser siempre plenamente feliz. Los eudemonistas pensaban que el placer era un complemento de la felicidad.

            La propuesta principal del eudemonismo es "el bien es aquello que nos hace felices y la felicidad es el aumento de nuestras fuerzas para obrar".

            Citamos un pensamiento característico del eudemonismo en palabras de Aristóteles:

  "Todas las cosas obtienen su forma perfecta cuando se desarrollan en el sentido de su propia excelencia (areté). […] Busquemos, pues, aquello que es propio sólo del hombre. Hay que dejar de lado, por tanto, la vida en tanto que es nutrición y crecimiento [puesto que ésta es propia también de los vegetales]. Vendría después la vida en cuanto sensación; sin embargo, ésta la compartimos también con el caballo, el buey o cualquier otro animal. Así que sólo queda, finalmente, la vida en cuanto actividad de la parte racional del alma. […] El bien supremo alcanzable por el hombre consiste en la actividad constante del alma conforme a su excelencia característica, [su racionalidad]" (Ética a Nicómaco, I, 6 y 7).


      Según Aristóteles, en este cumplimiento de lo que más esencialmente le corresponde ser, alcanza el hombre la "felicidad" (eudaimonía), que es el fin último que todos los hombres persiguen. El hombre es feliz cuando realiza el "oficio de hombre", esto es, cuando se comporta de acuerdo con aquello que le define como tal, cuando vive "según la razón".
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