MATEMÁTICA Y SU DIDÁCTICA III
LOS CRITERIOS CONSIDERADOS POR GOÑI ZAVALA EN LA
COMPETENCIA PROFESIONAL DEL DOCENTE DE MATEMÁTICA COMO FACTOR DE LA MEJORA DE
LA ENSEÑANZA.
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El factor humano.
La educación se basa en la
comunicación humana y se constituye sobre la relación que establecen entre sí
los seres humanos, por lo tanto el resto de cuestiones que acompañan esa
relación, siendo importantes, son siempre secundarias porque son medios que se
pueden sustituir por otros. El “factor humano” es, por lo tanto, la clave sobre
la que descansa el proceso comunicativo y por ende la educación. El factor
humano es lo sustantivo de la comunicación, el resto de cuestiones son
circunstancias necesarias y facilitadoras. Todos los intentos que se hagan para
debilitar la función nuclear de los docentes en el proceso comunicativo sólo
servirán para disminuir la calidad de la educación y la capacidad de ésta para
suscitar valores en los educandos. En el ámbito que nos ocupa, la educación
matemática, la persona encargada de diseñar, liderar, mantener, sostener,
promover, animar y desarrollar esta comunicación es el docente. En
consecuencia, disponer de “buenos” docentes de matemáticas es imprescindible
para poder esperar un futuro mejor en esta cuestión. Para poco valdrán los
esfuerzos que se hagan por mejorar el resto de los factores que influyen en la
calidad de la enseñanza si no van acompañados de políticas eficaces para
mejorar las competencias tanto humanas como profesionales de los docentes que
se tienen que encargar de la educación matemática de los estudiantes.
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La función docente.
La enseñanza de las matemáticas
depende, fundamentalmente, de la capacidad de un docente para planificar,
buscar y proponer tareas adecuadas; interpretar el significado de los mensajes
que recibe de los estudiantes; ayudarlos y estimularlos en la realización de
tareas; valorar, regular, evaluar su trabajo y proponer caminos de mejora;
estimular la comunicación entre los estudiantes, en pocas palabras la calidad
de la enseñanza depende de la capacidad para alimentar el nexo comunicativo.
Por lo tanto, un docente debe ser capaz de realizar con éxito esas labores y
por pura coherencia hay que afirmar que debe ser una persona capaz “de hacer”,
porque lo constitutivo de su trabajo es: hacer hacer. Los alumnos aprenden
cuando hacen y los docentes enseñan cuando hacen hacer a los estudiantes. Los
dos hacen, solo que cosas distintas.
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La gestión del currículum.
La competencia docente, es decir, la
posibilidad de gestionar con éxito el proceso de enseñanza, es imposible si se
desconocen los contenidos que hay que enseñar, por lo tanto ese conocimiento es
necesario, pero también hay que señalar que como saben los matemáticos, una
condición necesaria no es siempre una condición suficiente. Esta competencia profesional
que deben tener los docentes para garantizar que el nexo comunicativo funcione
adecuadamente la denominaría competencia para
la gestión del currículo, porque creo que es una competencia algo más
amplia que la que tradicionalmente hemos llamado competencia didáctica. La
mejora de la competencia para la gestión del currículo de matemáticas por parte
de los docentes es, en mi opinión, el factor clave.
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La formación inicial del docente de matemática.
La formación docente inicial es el
proceso pedagógico sistemático que posibilita el desarrollo de competencias
propias del ejercicio profesional en los diferentes niveles y modalidades del
Sistema Educativo. Esto significa formar un docente capaz de:
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posibilitar la
construcción de aprendizajes a grupos determinados de alumnos en contextos
específicos ;
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participar en las acciones
pedagógicas e institucionales, es decir, en aspectos organizativos, de
vinculación comunitaria y administrativos, propios de la gestión de las escuelas.
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desarrollar el juicio
crítico y los hábitos valorativos en los alumnos para que se realicen como
personas en las dimensiones cultural, social, estética y religiosa, acorde con
sus capacidades, guiados por los valores de la vida, libertad, bien, verdad,
paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y justicia.
La formación inicial del profesorado está necesitada de una reforma
urgente y profunda, pero la de los docentes de ciencias y de matemáticas aún
más. El diagnóstico más extendido, dicho de una manera un tanto simple, es:
“los docentes de primaria no saben matemáticas”.
En mi opinión, lo que
no va bien en la formación inicial de los docentes de primaria, y muchísimo
menos en secundaria, es el proceso de profesionalización, es decir el proceso
formativo por el que una persona comienza, la mayoría de las veces a muy
temprana edad.
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La formación continua del docente de Matemática.
Capacitación,
perfeccionamiento y actualización docente son el conjunto de acciones dirigidas
a los docentes en actividad y a quienes deseen ingresar al Sistema Educativo
para ejercer la docencia. La capacitación permite adecuarse en forma permanente
al ejercicio de la profesión. El perfeccionamiento permite profundizar conocimientos
y construir herramientas para generar innovaciones y procesos de
transformación. La actualización permite completar aspectos de la formación que
aparecen como nuevos requerimientos. Están, en consecuencia, fuertemente
orientados al mejoramiento de la educación y a la profundización de los niveles
de profesionalización de los docentes.
La
formación continua de los docentes de matemáticas debería huir de cursos
generalistas en los que docentes que no comparten situaciones reales que pueden
mejorar o cambiar trabajan sobre cuestiones generales de la educación, para
centrarse en atender a aquellos grupos de docentes que de manera cooperativa se
decanten por procesos de mejora o innovación. Los recursos tanto materiales
como personales de los que disponen las instituciones encargadas de la
formación de los docentes deberían dar prioridad a este tipo de formación.